P.Ignacio Copello desde Angola

27.10.2013 15:52

Introducción

Nuevamente el P.Ignacio escribe contando su testimonio y compartiendo algunas reflexiones. Esta vez no ya desde Mozambique, sino desde Angola, donde hace unos meses comenzó una nueva misión, en una parroquia que hacía tiempo estaba sin sacerdote. Dejemos que él nos cuente su experiencia…

 

QUE PASA POR AQUI?

 

Ya hace un poco mas de 6 meses que estoy en esta Misión de San Ildefonso de Cameia, en la diócesis de Luena, Angola, y es un buen momento para compartir algo de lo que vivo y lo que sueño.

 

Ya son cerca de 23 años que estoy tratando de servir a Jesús en este camino misionero “ad Gentes” y desde Noviembre del año pasado en esta misión.

Por qué insistir? La verdad muchas veces me lo pregunto. No hay muchas respuestas más que la del corazón, es una necesidad vivir el Evangelio  de esta manera, en la dimensión universal, saliendo de mis seguridades, al encuentro de los que todavía no tuvieron oportunidad de conocer a Jesús y Su Reino. Vivir y testimoniar la experiencia de la fraternidad universal, de ser una única Familia mas allá de las culturas, razas, lenguas, etc.

Pero también sigo queriendo abrir la puerta para esta misión ad gentes a otros, a mis hermanos de Argentina, especialmente de la Arquidiócesis de Bs. As. Ayudar si es posible a mirar más allá y abrirse a esta dimensión universal que concreta el proyecto de Jesús de hacer del mundo una única casa y familia. Y especialmente para la dimensión misionera del laico y del cura diocesano, dar lugar al laicado, reconocerle su riqueza y posibilitar que sea co-responsable, sin clericalismos de ningún tipo.

Estoy aquí pero pensaba estar de otra manera, con un equipo de laicos misioneros testimoniando la Iglesia en su riqueza y diversidad. Lamentablemente todavía no es posible, pero siento la necesidad de dar pasos para que eso sea posible, pues mi vocación no es individual, no es una respuesta para estar contento porque hice lo que me parecía, sino que siento que es vocación en comunidad, testimoniando la comunidad que Jesús quería, diversa y fraterna, sin “protagonismos personales”, en comunión.

Bueno, disculpen estas cuestiones, pero me inquietan y realmente veo la necesidad de dar pasos para que sean una realidad.

Entretanto estoy aquí, tratando de responder a una realidad que es un gran desafío. Esta Misión estuvo prácticamente 36 años sin presencia misionera, durante todo el tiempo de la guerra civil (que acabó en 2002) y hasta el año pasado, que llegaron unas religiosas (3) en Enero y yo en Diciembre. Es un municipio con un pueblo de unos 15.000 habitantes y muchas aldeas desparramadas a lo largo del territorio, completando cerca de 40.000 habitantes. Con la falta de atención pastoral, las sectas y otras Iglesias cristianas se dieron un banquete, y la mayoría de los católicos se pasaron para ellas, o abandonaron su fe. Esto agravado por un estilo de Iglesia donde toda la responsabilidad quedaba en manos de una única persona (el llamado “catequista”) que en caso de ausentarse, morir o abandonar la fe, provocaba la caída de toda la comunidad. Así, al llegar el año pasado, solo estaba en funcionamiento la comunidad de la sede parroquial (en el pueblo llamado Lumeje o Cameia) y otras 2 en unas aldeas mas lejanas. Así, la primera tarea fue tratar de conocer el rebaño, visitar sus casas, bendecirlas, acompañar la vida en lo que fuera posible. De a poco ir organizando la comunidad parroquial, con su Consejo Pastoral, la Catequesis, el grupo de monaguillos, el grupo de madres, la Legión de María, el grupo juvenil, Infancia Misionera, grupo de familias, etc. Varias de estas cosas y grupos están funcionando, claro que necesitan mucho acompañamiento y formación, Organizamos también el ministerio de Liturgia, y falta organizar Cáritas. Entretanto tratamos de hacer experiencias de pequeñas comunidades en los barrios del pueblo, con reuniones semanales para leer la Palabra de Dios y ser una presencia  de la comunidad cristiana en cada barrio. 

Como se imaginan, todo esto no es fácil, la necesidad de acompañamiento es inmensa, la formación es un desafío enorme. Y las hermanas colaboran un poco en lo que pueden, pero una de ellas está como directora de una escuela que el Gobierno nos devolvió (escuela primaria con más de 1.000 alumnos) y las otras están dando clases o apoyo de alfabetización de adultos.

Y ahora, a partir de Abril, que cesaron las lluvias, estamos recorriendo las aldeas para fundar comunidades cristianas. Algunos laicos locales me acompañan en las salidas, para hacer contactos con la población de las aldeas y ver la posibilidad de comenzar comunidades cristianas. Gracias a Dios de a poco van surgiendo algunas, siempre en número reducido pues en todas las aldeas hay alguna iglesia o secta que está ahí hace tiempo y la gente no se pliega fácilmente a otra propuesta. Pero algunas ya están comenzando, lo cual es un nuevo desafío, acompañar y formar esas comunidades, algunas de las cuales formadas por gente que nunca estuvo en ninguna Iglesia. Otro desafio es el  tema de la hechicería, las acusaciones permanentes que provocan divisiones, injusticias y hasta muertes. Esta mentalidad está muy extendida, y contamina también a las comunidades cristianas.

En medio de todo esto están otros cuestionamientos, como es la formación de los jóvenes (son muchos) de los chicos, la promoción humana de la mujer, posibles proyectos de desarrollo agrícola, etc… En el área social (educación, salud, trabajo, producción, familia, etc. ) está todo por hacerse. El Gobierno está trabajando, pero con muchas dificultades por falta de personal calificado y dispuesto a trabajar con consciencia de servicio.

Imaginen todo esto, y yo con el sueño del trabajo en equipo con laicos co-responsables de la misión… No es solo un deseo, es una necesidad. Es absurdo pensar que la misión y la tarea evangelizadora es solo de los curas, monjas o congregaciones. O que el laico es solo un “voluntario” o “colaborador”. No, la responsabilidad es de todos, y todos debemos poner el hombro juntos. Mi experiencia de tantos años de misión en equipo con laicos me llenó de riqueza y me hizo ver la importancia de abrir las puertas de la misión al laicado. Para esto quiero también trabajar, ya mandamos algunas propuestas a Argentina y Bs. As. , elaboradas con algunos laicos y laicas misioneros, que sienten el dolor de no poder trabajar bien en esta dimensión fraterna y co-responsable.

Mi experiencia de estos meses es un poco contradictoria, pues por un lado estoy viendo la obra del Espíritu en todo esto, la abertura de la gente a las propuestas de evangelización, la necesidad de un gran trabajo de acompañamiento para ir creciendo como Iglesia servidora del reino, más fraterna y mucho más participativa (pues el tipo de Iglesia es muy tradicional, con todo el “poder” concentrado en una o dos personas), pero por otro lado siento la urgencia de dar pasos para que podamos servir desde Argentina con más responsabilidad a la Iglesia misionera, que podamos formar estos equipos con sacerdotes y laicos, dando testimonio de fraternidad y participación. Esto ayudaría tanto a la Iglesia de Argentina como la de aquí en Angola, pues también daría la posibilidad de tener otras referencias eclesiales por aquí, y refrescaría la fe y la alegría del Evangelio en Argentina.

Bueno, por ahora es esto que voy compartiendo. Espero también conseguir contar algunas experiencias de la evangelización y de la realidad de aquí, que nos ayudarán a estar en comunión rezar unos por los otros. Tengo bastantes problemas con la conexión de Internet, por eso estas cosas solo las puedo enviar cuando voy a la capital provincial.

Desde la periferia del mundo (como dice el Papa Francisco) y en la periferia de esta diócesis les mando un gran abrazo unidos en el Amor a Jesús y a Su Reino.

P. Ignacio

 

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